Alvaro Peña Fritz, Académico de la Escuela de Ingeniería en Construcción Transporte Pontificia Universidad Católica de Valparaíso Consejero del Cpi.- El Corredor Bioceánico Capricornio es una ambiciosa ruta de más de 4.000 kilómetros de extensión que conecta los puertos del norte de Chile con Argentina, Paraguay y Brasil, impulsando la integración comercial y potenciando el desarrollo económico y social del Cono Sur de América. Esta iniciativa facilita el comercio entre el Atlántico y el Pacífico, y sitúa a Chile, con su amplia tradición minera y sus grandes reservas de cobre y litio en un papel clave. Además de fortalecer el intercambio con países vecinos, abre una vía más directa hacia el mercado asiático para las regiones del norte.
La concreción de este corredor trae importantes oportunidades para Antofagasta. Gracias a proyectos como la ampliación del molo de abrigo, el desarrollo de un Antepuerto en Portezuelo y la Zona de Desarrollo Logístico en La Negra, se podrá por tanto duplicar la capacidad operativa del Puerto de Antofagasta. Estas mejoras elevarán la competitividad de la región y fortalecerán la cadena de suministro, ofreciendo importaciones y exportaciones más ágiles y eficientes.
Paralelamente, la modernización vial y la optimización de procesos aduaneros reducirán los tiempos de espera y costos de transporte, potenciando el comercio exterior y fomentando la cooperación entre las naciones participantes. Para lograrlo, cada país debe priorizar inversiones en infraestructura y logística, tal como lo señala la visión compartida en documentos como la Carta de Campo Grande.
Asimismo, la coordinación institucional impulsa un crecimiento sostenible que integre la creación de empleo, la formación de capital humano calificado y la adopción de tecnologías limpias. Este enfoque no solo beneficia a la región de Antofagasta, sino que también promueve la descentralización y la diversificación productiva en todo el Norte Grande.
En definitiva, el Corredor Bioceánico representa una oportunidad única para fortalecer la cooperación regional y abrir nuevas rutas comerciales. Más allá de la infraestructura, este proyecto es una ventana hacia un futuro más próspero y conectado para la región de Antofagasta y el norte de Chile, consolidando a nuestro país como un puente entre Sudamérica y Asia-Pacífico.