Por Edwin Hidalgo Cepeda, Asesor Senior en Comunicaciones y Relaciones Comunitarias.–La Región de Atacama no solo cobija historia en sus suelos, también atesora futuro. Futuro para las actuales y sobre todo, para las próximas generaciones, dueñas de esta minería en el bendecido suelo atacameño.
La actividad minera ha sido durante décadas el corazón palpitante de esta tierra, dando energía y dinamismo a la economía, generando empleo y permitiendo el desarrollo de infraestructura y servicios. Este argumento debe llamarnos a la acción, porque hoy más que nunca, esa potencia debe ser entendida no solo desde la capacidad extractiva, sino que desde su potencial transformador acorde a los nuevos tiempos.
No podemos continuar midiendo el sector sólo por las toneladas de producción de mineral o la cantidad de proyectos, hoy su verdadera potencia está radicado en cómo se relaciona y vincula con sus comunidades, en cómo impulsa y promueve la innovación, en cómo respeta el medio ambiente y en cómo se convierte en una efectiva plataforma para el desarrollo de las personas en comunidad.
Para ello, resulta clave el trabajo mancomunado de las empresas, el Estado y la sociedad civil. Una minería enfocada en las personas y que genere un positivo impacto socioeconómico en la región.
Atacama tiene el desafío de liderar esta nueva etapa de la minería regional, una minería con propósito, identidad y potencia transformadora territorial.