Después de 54 años de academia en el Departamento de Minas, donde se desempeñò en varios períodos como Director, se acogió a retiro de la Universidad de Atacama, el Ingeniero Civil en Minas, Hugo Olmos Naranjo, quien ingresó como alumno en 1970 a la Universidad Técnica de Copiapó de Copiapò para cursar ingeniería de ejecución en minas.
Recuerda que en ese primer año universitario comenzaron alrededor de 180 alumnos. “Al finalizar la carrera, solo llegamos cuatro alumnos sin repetir ninguna asignatura entre los cuales estaban: Enrique Santibáñez Castro, Fernando Bassaure Trabuco y Pedro Patricio Pérez Pinto, mi gran amigo, quien falleció en un trágico accidente en la ciudad de Iquique”.
Recuerda a su generación de muy estudiosa: “El día nos sorprendía jugando básquetbol o vóleibol en el Estadio Techado Paulino del Barrio de nuestra Alma Mater o reuniéndonos en las logias, que eran pequeñas salas con sillas y un pizarrón, con capacidad para 5 o 6 alumnos, donde desarrollábamos problemas de matemáticas. Me gustaba visitar todas esas logias sin importar el nivel y preguntando si tenían dificultad en desarrollar algún ejercicio matemático, porque a decir verdad, nunca me costó mucho enfrentarme a las matemáticas. El estudio continuaba en la tarde-noche en algunas “pensiones” de estudiantes hasta las dos de la madrugada, resolviendo problemas de libros, incluso descubrimos que algunos problemas estaban mal resueltos en algunos de ellos”.
Olmos, copiapino de nacimiento, estudio en el prestigioso Liceo “José Antonio Carvajal” de Copiapó, donde se licenció en 1969. Al rendir la prueba de Aptitud Académica tuvo el puntaje suficiente para ingresar a la Universidad Federico Santa María, la Universidad Católica o de la Chile, pero optó, por razones económicas quedarse en la Universidad Técnica del Estado con la tradición de la Escuela de Minas de Copiapó. “En 1971 fui contratado por la Ute-Copiapó como profesor ayudante en matemáticas, lo recuerdo debido a que en ese tiempo a los ayudantes se les pagaba las imposiciones legales, debido a esto se valida mi trabajo en la Ute-Uda a partir de ese año como funcionario de la institución”.
Durante su vida profesional ha recibido innumerables reconocimientos, entre esos, el del Instituto de Ingenieros de Chile.
-Por qué señor Olmos decidió por la academia y qué ha significado en lo profesional?
“Mi madre Martina Naranjo quiso ser siempre profesora, lo que no pudo lograrlo dado que éramos siete hermanos (5 hombres y 3 mujeres) falleciendo una hermanita de menos de un año: creo que esto me marcó. Ya en el Liceo enseñaba a mis compañeros y en la Universidad casi siempre fui profesor de ayudantía. Cuando continué mis estudios por tres años en la Ute de Santiago para estudiar mi ingeniería civil. siempre regresaba a saludar a los directivos de la Ute – Copiapó. entre los cuales estaba el Rector Vicente Rodríguez Bull y el Director de Administración y Finanzas de la época, Luis Cabello Vega, quienes siempre me instaron a regresar como profesor a la Universidad, lo que finalmente hice. Me dediqué a la enseñanza especializada en minería lo que desarrollé con apoyo de mis compañeros de curso que estaban trabajando en las minas. Es así que me especialicé en Mecánica de Rocas haciendo pasantías en la mina subterránea de El Teniente. Lo hice durante varios años en los meses de Verano; también lo hice en Salvador y Andina”.
– Son cientos los profesionales del sector minero, industrial y académico formados por usted. Muchos de ellos han llegado a la primera línea ejecutiva en distintas compañía chilenas e internacionales ¿qué significa en lo personal ver a muchos de ellos en la cumbre del éxito y que no lo olvidan?
“Como siempre digo, nuestros alumnos son de corto tiempo tanto como dura la carrera y reciben su título; sin embargo, los exalumnos son perpetuos o eternos. Se siente mucho orgullo que nuestros alumnos alcancen el éxito en su carrera dirigiendo los destinos de cada empresa, más aún si se trata de la viga económica del país, como es la producción de cobre y hoy el litio.Es importante que cuando ellos puedan apoyar a su Universidad, que no esperen a que se les pase el tiempo, porque necesitamos que los alumnos, quienes serán los futuros ingenieros de Chile. tengan prácticas o pasantías en las minas, trabajos de titulación y posibilidades de contratación. Así como también apoyar los trabajos de investigación. Particularmente, he sentido siempre el cariño, los agradecimientos y apoyo de mis ex alumnos. Me voy con nostalgia por la academia, donde he dejado mis mejores años, pero también con alegría por el deber cumplido. Vendrán otros con mayor sapìensa. Hoy sólo puedo decir a modo personal: del aula a la roca viva: una vida que continua, porque hoy no cierro una puerta; hoy cambio de pasillo; hoy elijo los caminos a recorrer”.