POR. SERGIO DEMETRIO, PRESIDENTE IIMCH.- Este año tuvimos la grata sorpresa que el Litio se transformó en “la estrella de la corona”, pues el 2022 sobrepasó toda expectativa de ingresos para el Estado: US$5.000 millones que superaron lo que recibió de Codelco, gran empresa, y también superó a la minería privada del cobre… ¡¡¡Maravilloso!!!, buenas noticias para aportar a cubrir nuestras necesidades país.
Lo más importante ahora es actuar rápido como país y tomar mayores cuotas de mercado, dada la expectativa de una curva de precios muy favorable -tipo joroba de dromedario-, que se espera decaiga a fines de esta década pues entrará una gran cantidad de nuevos actores y mayor producción global; además partirá el reciclaje, hoy inexistente.
Tenemos ventajas naturales pues nuestro litio ya está lixiviado y acumulado en los salares, pero tenemos el know how para refinarlo, que no es simple, pero al final es más simple y de menor costo, lo que nos permite acceder con más rapidez a mayor producción, que es clave. Hoy producimos sólo en el Salar de Atacama -tiene el 90% de nuestras reservas-, pero nos falta certeza en los otros salares Nuestra materia prima es buena pero las recuperaciones son bajas, levemente sobre 50%, y se obtienen productos de 16 a 29% Litio, dejándonos un residuo aún rico que se podría recuperar. Tenemos, además, la ventaja de refinar, lo que nos abre la opción de refinar a los vecinos y crear un enclave virtuoso.
De nuestros competidores, Australia produce Litio de mina, más caro, y refina en China; Bolivia no ha avanzado y la calidad de su materia prima es baja; Argentina, tiene la ventaja que está libre al capital externo y avanza rápidamente, pero aún lejos nuestro, pero explora opciones, actúa y avanza fuerte; China, es de cuidado por su forma de actuar capitalista y poder centralizado, que captura áreas con litio y trabaja con la filosofía de “copiar, profundizar lo científico, aplicar”, además de ser fuerte en la electromovilidad.
En Chile nos ha ido bien pues nuestra materia prima es buena y partimos antes, pero nos hemos ido quedando, además que el concepto de la Empresa Nacional del Litio aún no cuaja en su concepción y debe pasar por el Congreso. Debemos internalizar que “no es necesario que el Estado asigne fondos propios a lo productivo”, pues son dineros que necesita para cubrir las necesidades sociales y estructurales de sus ciudadanos, y así se evita entrar en un área en que no es especialista, es exigente en inversiones, know how e innovación,y obliga a asumir riesgos innecesarios. Mejor coordinar y controlar, tal vez vender.
Y tenemos opciones válidas, entre ellas: (1) negociar para dar aumentos rápidos y sustanciales de producción/refinación a los contratos Corfo/Sqm/Albemarle; (2) incentivar nuevos incumbentes vía eliminar la no concesibilidad, y dar libertad de extraer, producir, refinar y comercializar; (3) dar fuerza a la Investigación y desarrollo vía ITL; (4) coordinar y fomentar a los productores medianos vía Enami, integrarlos cooperativamente; (5) tranzar en bolsa chilena debe ser primario al privado.
Finalmente, no se debe olvidar que la demanda de Litio proviene casi exclusivamente de la electromovilidad, lo que es altamente riesgoso por una eventual sustitución, lo que trae al recuerdo el fantasma de la obsolescencia del salitre chileno en la primera mitad del siglo XX, luego es nuestro convencimiento que Chile puede abordar de mejor forma el negocio del Litio.
Juntos podemos, el Estado regula, controla, incentiva, fomenta y el privado lleva el negocio.