Por: Patricio Cartagena D.Secretario General, Cámara Minera de Chile
Estamos viviendo un ciclo alto del precio del cobre, aunque no sabemos con claridad si será un súper ciclo, esto en forma histórica anima y atrae a nuevos pequeños mineros que emprenden faenas, inician desarrollos, se endeudan y entregan su producción a Enami. El desafío para el sector es que cuando el valor de la libra del metal rojo baje, muchos de ellos permanezcan, sigan produciendo, den trabajo y sean sostenibles.
Aquí juega un rol público fundamental la Empresa Nacional de Minería, Enami, que, a través de sus líneas de fomento, créditos, poderes de compra y plantas de beneficio cumple con la función pública asignada: Entregar fomento productivo. Reconocemos que lo que se ha realizado hasta ahora ha sido trascendente en la minería nacional y en la permanencia de muchos pequeños mineros, que impactan productivamente en amplias zonas geográficas del país.
Si en forma permanente se contabilizan 800 pequeños productores, en épocas de precios altos del cobre esta cifra se duplica, lo que es una buena noticia para lo que es el aumento de producción, pero más importante es mantenerlos activos en el tiempo.
¿Cómo podemos desarrollar un mejor futuro para el sector? Muchos dirán que hay un problema de recursos financieros permanentes en la estatal; sin embargo, con una mirada de modernización de largo plazo, se deben promover nuevas políticas e instrumentos en beneficio del sector.
En el marco de fijar un estatuto para la pequeña minería moderno, debe seriamente considerarse la reforma de la ley de Enami, que está vigente desde la década de los 60’. Hay que establecer un nuevo y moderno gobierno corporativo de la empresa. Bastante se ha estudiado en base a los principios de la Ocde sobre las materias relevantes: Redefinir su función pública de fomento productivo de la Minería Nacional y su relación con el dueño (Estado); composición y atribuciones del directorio; modificar, rediseñar y crear instrumentos de fomento y de créditos adecuados a las características del sector; un sistema ágil de gestión y traspaso de propiedad minera (una Ley N°19.137 modificada) y una efectiva capitalización de la empresa, que permita modernizar los planteles productivos de Enami.
A todo lo anterior debemos sumar una revisión del Reglamento de Seguridad Minera y normas vinculadas en permisología, que sin descuidar en caso alguno la protección de la vida y el cuidado de los mineros, fije estándares propios, revisiones y adecuaciones de proyectos conforme a su escala y que finalmente acompañen el proceso productivo de la pequeña minería.
Nuestra pequeña minería no solo se traduce en un aporte a la producción de cobre, oro y otros minerales, sino que es la palanca del desarrollo de zonas aisladas o con escasas fuentes de trabajo. Este sector da empleo y aporta a reducir los niveles de pobreza en zonas aisladas del país. Sabemos que muchos grandes proyectos mineros surgieron del trabajo de un pequeño minero (explorar-explotando), y eso es justamente lo que Chile requiere: de nuevos proyectos que nos permitan mantenernos en los primeros puestos de productividad y mantener la competitividad a nivel regional.
Contar con más pequeños productores sostenibles es tarea de todos; es tarea esencial de una política pública moderna para el sector de la pequeña minería nacional.